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OPINIÓN DEL LECTOR

Enfermeras inmigrantes

La Junta pretende discriminar a las enfermeras "emigrantes", es decir, aquellas que salieron y siguen saliendo fuera de los lindes de la comunidad.

El pasado 20 de mayo de 2005 se firmó el pacto sobre sistema de selección de personal estatutario temporal para puestos básicos en el Servicio Andaluz de Salud, en el que se establece que aquellos enfermeros que trabajaron y trabajasen para el SAS les corresponderían 0,30 puntos en la bolsa de contratación, por cada mes de servicios prestados, frente a sólo el 0,15 para los que cruzaron el Guadiana, para irse a Portugal, o Despeñaperros para trabajar en cualquier otra provincia española o en algún otro país de la UE, llámese Francia, Italia o Reino Unido, en los respectivos sistemas públicos de salud.

Parece mentira que una comunidad con una historia de emigración tan enorme, tan reciente y, por lo que al sector sanitario se refiere, tan actual, carezca de una mínima sensibilidad ante los problemas de tipo personal, profesional y económico que el hecho migratorio acarrea. Es difícil dar crédito a la ceguera y hostilidad de la Administración frente a unos profesionales formados mayoritariamente en Andalucía y que tras un periodo de tiempo quieren volver ilusionados y volcar la experiencia acumulada en beneficio de su tierra y en el ámbito público.

No podemos entender esta discriminación por su carácter coercitivo: hasta ahora, la enfermera que se queda ha estado condenada a aceptar mínimos contratos temporales durante los primeros años de vida profesional, mientras que, con la medida que se pretende implantar, la enfermera que "sale" tendrá mucho más lejano en el tiempo un empleo estable cerca de los suyos y se planteará la penosa opción de una emigración definitiva que signifique, al menos, una estabilidad laboral que la Junta de Andalucía quiere negarle.

Como se puede deducir, las personas que se fueron lo hicieron bajo unas condiciones de baremación justas porque no diferenciaban dónde la persona prestaba sus servicios dentro de un sistema nacional de salud. Así, hoy por hoy, la mayoría de las que están fuera del país están inadvertidas de este desconcertante, injustificable y absurdo cambio de rumbo.

Por otro lado, parece que al aparato político y publicitario de la Administración andaluza sí que le ha venido muy bien la emigración, desde el punto y hora que las tasas de desempleo en la enfermería han caído gracias a los miles de emigrantes.

Para terminar, es verdad que a las enfermeras emigrantes aún les queda un resquicio para la esperanza, porque la medida aún no se ha publicado en el BOJA y no tiene todavía un carácter vinculante. Aún es posible detenerla.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de julio de 2005