La Organización Mundial de la Salud (OMS) está desarrollando un proyecto internacional con objeto de evaluar el riesgo de la telefonía móvil para la salud. Sus resultados se publicarán en 2006. El objetivo actual de la investigación es descubrir si la exposición a un bajo nivel de radiación, durante periodos largos, tiene algún efecto sobre la salud, a pesar de no producir un aumento de temperatura en el cuerpo humano. Los niveles máximos de exposición aguda, es decir, en un periodo corto, están establecidos por la Comisión Internacional ICNRP, sin embargo no hay datos suficientes para determinar los límites en la exposición durante periodos largos, en las proximidades de las antenas. Esta incertidumbre científica es la responsable de que exista un riesgo objetivo y un riesgo percibido por los ciudadanos.
La OMS ha publicado este año un libro sobre la importancia del diálogo entre todas las partes interesadas, y sobre cómo gestionar el riesgo percibido por los ciudadanos para llegar a soluciones consensuadas. El riesgo de una antena percibido por el ciudadano aumenta si la Administración permite a las empresas operadoras actuar con malas prácticas. Actualmente las operadoras desprecian las dudas de la OMS y el temor de los ciudadanos, tachándolos de demagogos, venden la colocación de las antenas ofreciendo dinero y desinformación, colocan antenas despreciando a los más afectados, etc.
Para la colocación de estas antenas se ha creado una Comisión Nacional, también se ha firmado un convenio entre la asociación de municipios de España (FEMP) y las empresas (AETIC) y se va a definir un código de buenas prácticas. Es el momento ideal para comenzar un diálogo. Los políticos deberían aprovechar esta ocasión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de julio de 2005