Una parte del cine español se ha propuesto luchar contra el estadounidense con sus mismas armas. Dedicada a los adolescentes que, según se desprende de la historia, sólo piensan en el sexo, el móvil, las pastillas, la velocidad automovilística y, evidentemente, la juerga alimentada por todo lo anterior, llega Fin de curso, con las ideas fijas en la despendolada comedia juvenil de Hollywood. Un estilo que siempre tuvo a Desmadre a la americana y Porky's como modelo, hasta que los hermanos Weitz dieron un giro más a la tuerca de la escatología y del sexo y crearon American Pie (1999).
Fin de curso da una vuelta más (o dos) a la tuerca y la maquinaria de la película explota. Si lo más divertido que se les ocurre es montar un duelo de vomitonas (algo que ya se escenificó en Una de zombis) es que falta imaginación. Además, que el onanismo puede ser un aspecto a tratar en la adolescencia es poco discutible, pero no parece necesario mostrarlo de una forma tan explícita (y reiterativa), con esos fluidos saltando por el encuadre en primerísimo plano.
FIN DE CURSO
Dirección: Miguel Martí. Intérpretes: Jordi Vilches, Johana Cobo, Aída Folch, Álvaro Monje. Género: comedia. España, 2005. Duración: 90 minutos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de julio de 2005