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Crítica:POP | Peter Murphy

Príncipe de la oscuridad

Con una personalidad forjada en el crucial momento del after-punk de los ochenta, Peter Murphy se ha convertido en una personalidad musical de culto que, pese a no ser excesivamente prolífico con sus grabaciones, va dejando pequeñas huellas personales en contados discos en solitario, tras la disolución del grupo Bauhaus, que él lideró.

Eso sí, por lo contemplado en su último concierto de Murphy en Madrid, por este artista tampoco parecen haberse infiltrado demasiadas influencias musicales de veinte años para acá.

Su música, apoyada en un escueto trío y reforzada con arreglos, coros e instrumentaciones vía sampler, continuaba resultando un cruce entre los ambientes sonoros de The Cure o Sisters of Mercy y, por supuesto, la personalidad de un David Bowie que en su momento hubiera escogido el camino de la película El ansia para internarse definitivamente en el lado oscuro.

Peter Murphy

Peter Murphy (voz), Jeff Schartoff (bajo), Mark Gemini Thwaite (guitarra) y Justin Bennett (batería). Sala Arena. Madrid, 13 de julio.

Medio tiempo

En las canciones de Peter Murphy no había apenas electrónica, nada de baile y poco de delirio metálico... Glam y rock a medio tiempo fueron las claves de un repertorio que agrupó en su mayoría los temas de Deep y Cascade, sus dos álbumes en solitario más reconocidos, y, por supuesto, las canciones que integran su último elepé, Unshattered, con el que volvió a la actividad el año pasado tras un fallido intento de revivir Bauhaus.

Vestido con un báculo, un abrigo azul hasta los pies y con un peinado francamente curioso, Murphy reinterpretó su papel de príncipe de la oscuridad que brilla sólo para y ante sus fieles seguidores.

Por lo demás, no tocó Bela Lugosi is dead, que era la que la mayor parte del público esperaba, y cerró su concierto con una discretita versión de Lust for life, de Iggy Pop.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 15 de julio de 2005