Somos padres de un niño de tres años con una hipoacusia profunda bilateral que, desde el mes de marzo, está beneficiándose de un implante coclear. Gracias a esta prótesis y a una adecuada rehabilitación y estimulación nuestro hijo sordo está desarrollando sus capacidades lingüísticas y alcanzando unos niveles altos de discriminación y reproducción del habla, lo que nos llena de esperanza y satisfacción.
El motivo principal de esta carta es manifestar públicamente nuestro agradecimiento a los diversos profesionales de entidades públicas y privadas de Sevilla y Granada que han intervenido, por su implicación y competencia demostradas a lo largo de este año y medio: los hospitales San Cecilio y Nuestra Señora de Valme, el centro de salud San Martín de Porres, el Centro Audiológico y la Fundación ICSE, la asociación ASPAS y la Escuela Infantil Tambor.
Queremos también señalar que esta excelente actuación profesional se da a pesar de algunas deficiencias en los equipamientos y en los medios técnicos y humanos disponibles y de otras que, de atenderse, creemos que mejorarían el actual programa de implantes cocleares en Andalucía: la generalización de la detección precoz en recién nacidos y en la atención pediátrica, programas complementarios de apoyo a las familias y de atención temprana y rehabilitación específicas, continuados y cercanos a éstas, un centro de implantes en Andalucía occidental o unidades hospitalarias de seguimiento para los implantados y sus familias en las provincias. Todo ello hace más meritoria y que valoremos aún más la labor de estos profesionales.
Sería prolijo mencionar a todas las personas que han participado en este complejo proceso desde el momento de la detección, a las pruebas diagnósticas, las intervenciones quirúrgicas, las adaptaciones protésicas o la rehabilitación logopédica y pedimos disculpas a aquellos que no mencionamos, sobre todo al personal auxiliar de enfermería y administrativo, cuya especial dedicación hace que el paso de estos pequeños por los servicios sanitarios sea lo menos traumático posible. A los doctores Alcalá, Solanillas, Sainz Quevedo, Ballesteros y Begara, a la audioprotesista Nati, a las audiólogas Carmen y Amparo, a los y las logopedas Andrés, Marta y Gema, Pepi, Conchi y Ana, a los ingenieros programadores Cristina e Isaac, a sus maestras María Luisa, Nidia, Ana, Sali y Olivia. A todos, gracias en nombre de Manuel.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de julio de 2005