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VISTO / OÍDO

Lo intangible ha muerto

Los nietos buscan los cadáveres de sus abuelos en el campo del crimen. Pero hubo intangibles asesinados que no se perciben: una cultura, unos conocimientos, una manera de ser y de estar que no se recuperan. Los asesinados las representaban en gran parte; aunque fueran labriegos o serenos, porteros o molineros: tenían en el mono azul, que fue al principio uniforme de guerra, su carné del partido. Del que fuera: el que fue razón para el crimen. El carné representaba un futuro largo. Lo que se estaba asesinando era ese futuro, en nombre del mal pasado que se quería imponer, y se impuso. Lo intangible era una cultura española que se había ido formando durante el siglo XX, sobre todo; una manera de interpretar la historia, de analizar nuestro pasado, de saber los movimientos de Europa y de Estados Unidos: incorporar los debates del siglo XIX, las ideologías, el laicismo, las caídas de dogmas que habían dominado durante siglos. Los grupos de los creadores británicos, rusos, franceses, que tanto discutían entre ellos.

Se estaba haciendo una España, no sé cómo hubiera sido, pero tenía una ventaja: sacaba de aquí los nombres de los Austrias y los Borbones, y de los pronunciamientos de los generalotes; los siglos de pueblo agonizando por la caída imperial, con los leones del escudo desdentados y sin garras. Menos sable, menos hisopo, menos coronas, de rey o de duque, de marqués o barón. En las tumbas anónimas de julio yacen esos esperanzados anónimos, que ahora van devolviendo sus nombres: nombres sin desinencias de grandes familias, nombres corrientes, de pueblo. Aún son tangibles sus últimos restos, antes de incorporarse al polvo universal.

Pero los intangibles no resucitan tan fácilmente. Cierta sabiduría, cierto conocimiento, el germen mismo de la duda positiva, unos aprendizajes, unas ideas. Se cambiaron por consignas. Al crimen histórico le siguieron los del pensamiento: las censuras, las cátedras; los ateneos libertarios, las escuelas populares, el pensamiento libre. La recuperación del humanismo. El afán por depurar y aproximar las ideas de la Revolución Francesa, o de la independencia de Estados Unidos y su Constitución. Durante cuarenta años se estuvieron anulando; cuando pasaron esos cuarenta años se estuvieron prohibiendo: sus fosas no se han explorado todavía. No hay ni restos. Lo intangible ha muerto.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de julio de 2005