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Editorial:

La lista de Aguirre

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha proclamado, a propósito de las listas de espera de los hospitales, que es una política que cumple sus compromisos. En vísperas de las elecciones autonómicas de 2003 anunció que dimitiría del cargo al que aspiraba si el 31 de diciembre de 2005 no había conseguido que la lista de espera quirúrgica se redujera a un máximo de un mes. Su consejero de Sanidad, Manuel Lamela, acaba de anunciar que el objetivo ha sido alcanzado, incluso con cinco meses de antelación. Eso sí, gracias a un método patentado por la propia Comunidad madrileña, mediante decisión del Gobierno regional de junio de 2004, completamente distinto al que se aplica en el resto de la nación conforme a un vigente real decreto de 2003.

Para la presidenta hay que diferenciar entre listas quirúrgicas y de diagnóstico. Y su consejero Lamela ha indicado que la promesa se ceñía únicamente a la lista de espera "estructural", o lo que es igual, sólo para los pacientes que están ya preparados para ser intervenidos. Los demás, es decir, quienes están pendientes de un examen preoperatorio, han sido excluidos de las metas marcadas. Esa matización no estaba en el programa electoral del PP regional, que indicaba que "con carácter general, se asegurará de que ningún paciente espere más de 30 días para que se le realice la operación quirúrgica prescrita por su médico".

El Ministerio de Sanidad ha advertido a Aguirre de que las normas estatales están para cumplirse y que el método regional desvirtúa la realidad. Pero ha tardado incomprensiblemente un año en recordárselo. Al comunicárselo ahora, suena como si estuviéramos asistiendo a una enésima bronca partidista entre los socialistas, que controlan el poder central, y los populares, que tienen el regional, anteponiendo sus intereses al de los ciudadanos.

En todo caso, es del todo cuestionable que un paciente no sea incluido en lista de espera hasta que le haya visto el anestesista y no desde el momento en el que su médico le haya comunicado que debe ser operado. El Gobierno madrileño puso en marcha durante el pasado año un plan para la reducción de la lista con medidas para incrementar la actividad quirúrgica y que han servido para aliviar la estadística. No es cuestión de dudar de las cifras, pero sí de criticar los métodos. Más aún cuando, según los propios datos de la Comunidad, el porcentaje de enfermos que está en la categoría de excluidos por estar aún en fase de preoperatorio ha aumentado considerablemente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de julio de 2005