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CARTAS AL DIRECTOR

Ayuda comprometida

Alcolea del Pinar, Guadalajara

Soy habitante de Alcolea del Pinar. Su nombre es lo suficientemente elocuente para obviar descripciones del lugar y del dolor de una población que ya conoce la devastación del fuego en carne propia. En momentos así sentimos que las llamas han consumido gran parte de nuestro entorno, de nuestro corazón, nuestras ilusiones y hasta nuestro nombre.

Las cifras del desastre ya no nos importan. Ni los años de cárcel del responsable del fuego, que probablemente amaba el pinar tanto como nosotros, los lugareños, ni las indemnizaciones económicas llenarán el vacío que nos dejan cientos de kilómetros cuadrados ahora ya desérticos. Las gentes de la Alcarria recordamos en estos días la sensibilización de la ciudadanía con las catástrofes petrolíferas en las costas, y, ante nuestra desgracia, pedimos una ayuda mucho más comprometida por parte de todos: campañas de reforestación multitudinarias y el apoyo de las administraciones en infraestructura forestal.

Quien no conozca la imagen de la desolación debería visitar un bosque arrasado por el fuego: aún humeante, en inverosímiles tonos grises y negros, sin animales, un auténtico cementerio de esqueletos vegetales. Es una estampa dantesca que hace contemplar la muerte y la destrucción sin dejar lugar a la imaginación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de julio de 2005