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CARTAS AL DIRECTOR

Violencia

Torroella de Montgrí, Girona

No sé cuántas horas de televisión semanalmente ven nuestros hijos, pero seguro que son muchas; y lo peor es que la mayoría de ellas contienen una buena dosis de violencia. Esa violencia se ha instalado ya en nuestros colegios con el acoso a los más débiles por parte de grupos violentos, y con la agresión cada vez más frecuente a profesores por parte de alumnos o de padres. También los actos de violencia doméstica están a la orden del día; y aunque los políticos hagan leyes para atajarla, no creo que por su parte den demasiado buen ejemplo, ya que la crispación rige las relaciones entre los distintos partidos, los cuales no buscan el bien común, sino el conseguir o perpetuarse en el poder, para lo que continuamente están machacándose unos a otros.

Me parece evidente que la visceralidad cada vez está más presente en las relaciones humanas. Basta asomarse a cualquier foro de discusión de los periódicos digitales para comprobar la agresividad rayana en el insulto de muchos de los que participan en los mismos. ¿Causas de tanta violencia? No lo sé, pero me parece que cuando educamos a nuestros hijos sin sentido del límite y les hacemos esclavos del capricho, y si además hay crisis de valores religiosos y morales, lo que rige nuestros actos ya no son la verdad y el bien, sino la propia subjetividad: "lo que me parece", "lo que siento", "lo que me gusta" o "lo que me apetece". ¿Podrá extrañar que con ese predominio de la visceralidad sobre la racionalidad haya tanta violencia en nuestra sociedad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de julio de 2005