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Crítica:JAZZ | Lizz Wright

Una voz que enamora

Sobre todo es su voz, que no se puede describir del puro gozo que produce el escucharla. Luego, que cante lo que le dé la gana, como si no canta. A Lizz Wright se le permite todo. Pero es que, encima, este portento de la naturaleza tiene buen gusto. Sabe lo que se canta y cómo darle a su repertorio el tono adecuado a cada momento. Un arranque al ralentí - A taste of honey- y la cosa va tomando vuelo hasta la traca final -Get together-. Por el camino, auténticas perlas, algunas debidas a su propio ingenio de compositora (Hit the ground). Siguiendo una tradición centenaria, la Wright da la vuelta a los éxitos ajenos para convertirlos en otra cosa. Así ocurre con su espeluznante versión de Old man, de Neil Young; o cuando canta I'm confessin', un éxito en la voz de Louis Armstrong, al que aplica un inesperado tratamiento casi discotequero. A Lizz Wright se le sacan parecidos a cientos, que si Norah Jones, que si Nina Simone o Tracy Chapman. La realidad es que su música se halla instalada en un cruce de caminos en el que convergen los distintos géneros sin que ninguno de ellos cuadre exactamente para definirla.

Lizz Wright

Lizz Wright: voz. Mike Moreno, Anthony Peterson: guitarras. Massimo Biolcati: contrabajo. Jano Rix: batería. Calle 54. Madrid, 21 de julio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de julio de 2005