No es infrecuente tachar a los católicos de fanáticos, como hace César Gavela. Muchas incomprensiones hacia la Iglesia Católica y los católicos provienen de un cliché que un día fue válido, pero que ya no se ajusta a la realidad. Ya Pablo VI trabajó por adecuar la autoridad de la Iglesia a la sociedad y afirmó que "nuestro poder no es de dominación, sino de servicio a la comunidad". En los 30 años que van desde que se pronunciaran estas palabras, la Iglesia ha avanzado mucho en entender la autoridad como un servicio y no como una imposición. Fanatismo sería predicar una doctrina e intentar imponerla mediante coacción física o moral. La Iglesia ha dado muestras de comprensión y tolerancia: ha predicado contra el capitalismo sin límites, sabiendo que muchos capitalistas frecuentas las iglesias; ha hablado a favor de la vida y en contra del aborto, sabiendo que muchos cristianos han pasado por esta situación; denuncia la inmoralidad pública sabiendo que muchos católicos contribuyen a esas costumbres inmorales; dicta normas para los católicos en la vida pública, cuando son bastantes los que no han seguido esas normas y no por eso han sido apartados de la Iglesia. El Sr. Gavela y tanta gente que piensa como él pueden estar tranquilos, pues consiga o no Zapatero que este país sea totalmente laico, su libertad no se verá mermada por los católicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de julio de 2005