Cherie Blair, reconocida abogada y esposa del primer ministro británico, abrió ayer un frente público contra las propuestas del Ejecutivo laborista para endurecer la vigente legislación antiterrorista. Horas después de que Tony Blair anunciara en Downing Street una serie de medidas restrictivas que se presentarán en el Parlamento de Westminster en otoño, su esposa advertía en Malaisia sobre la obligación de los jueces de salvaguardar los derechos humanos de todos los ciudadanos.
"En nuestros tiempos conflictivos en que el terrorismo, la división y la sospecha están a la orden del día, el papel de los jueces es quizá más importante que nunca jamás", dijo Cherie Blair en una conferencia pronunciada ante una amplia audiencia de abogados, diplomáticos y académicos en Kuala Lumpur, la capital malaisia. El poder judicial, añadió, "tiene el importante papel de revisar la actuación del Ejecutivo frente al patrón de los derechos humanos".
La esposa del primer ministro sigue activa profesionalmente, con su nombre de soltera, Cherie Booth, y ejerce como abogada en casos relativos a derechos humanos.
Los medios británicos han interpretado su intervención como un pulso contra su marido, como una batalla de Blair contra Blair. "Es muy fácil responder al terror de una forma que socava nuestro compromiso con los más profundos valores y convicciones que preservamos o nuestro derecho a proclamarnos nación civilizada", advirtió.
No es la primera vez que Cherie Booth expresa en público posturas comprometidas, que parecen chocar con las posiciones que mantiene su marido al frente del Gobierno británico. Hace tres años, tras un atentado suicida que causó la muerte de decenas de personas en Jerusalén, dijo: "Mientras los jóvenes crean que no hay más esperanza que volarse por los aires, nunca lograréis progresar".
En su conferencia en Kuala Lumpur, Cherie recordó esta vez que el poder judicial debe "actuar como guardián de los más débiles, pobres y marginados miembros de la sociedad contra el bullicio de la política mayoritaria".
Preguntado por los comentarios de su esposa, el primer ministro dijo ayer: "En estas cuestiones hay que encontrar siempre un equilibrio entre el respeto a las libertades individuales y las necesidades de la seguridad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de julio de 2005