La sentencia del caso Farruquito ha dado una señal clara de cómo están las cosas en nuestra sociedad. La muerte de un hombre vale menos que el coche que lo mató. El homicidio por imprudencia y la omisión del deber de socorro valen 16 meses pero no cuestan nada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de agosto de 2005