El viernes 15 de julio estaba en el hotel Bahía Príncipe de Riviera Maya (México) con una amiga y nos enteramos de que el domingo 17 (día que volvíamos a España) llegaba el huracán Emily. Hablamos con Soltour para cambiar el vuelo al sábado y nos dijo el chico que si no pagábamos 600 euros, allí nos quedábamos. El domingo por la tarde sobre las 6 ya tuvimos que meternos en la habitación, pusimos la mampara anti-huracán como se nos dijo. Sobre las 10 de la noche empezó lo gordo y al rato nos estallaron los cristales. Por debajo de la puerta de la calle nos entraba el agua, tanta que al rato nos llegaba más arriba del tobillo. Todo esto a oscuras completamente (estaba cortada la luz y el teléfono) y con el suelo lleno de cristales. Las instrucciones eran no salir de la habitación por nada del mundo. Pasamos una noche de pánico y angustia terrible. Con algunas personas que hablamos al día siguiente les habían entrado hasta piedras en la habitación y allí había matrimonios con niños pequeños y bebés. Tenían que habernos evacuado por lo menos a los que más peligro teníamos. Pero la empresa Soltour nos ha tratado muy mal desde el principio y un viaje al paraíso se ha convertido en una pesadilla muy difícil de olvidar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de agosto de 2005