A mediados del mes de febrero, el Departamento de Agricultura de EE UU (USDA) hizo público un informe sobre la situación de sequía excepcional que se está viviendo en España y Portugal, con gran detalle de datos por regiones de la situación hídrica y de los cultivos. También se hacían una serie de previsiones, por cierto nada favorables, y algunas recomendaciones para evitar en lo posible los previsibles efectos devastadores.
Con el paso del tiempo hemos podido observar que, desgraciadamente, las malas previsiones de los americanos para la península Ibérica se han cumplido y no se han aplicado las medidas necesarias pera evitar dichos efectos. Ante esta situación de pertinaz sequía me pregunto: ¿disponían el Ministerio de Medio Ambiente y el de Agricultura de un informe propio, parecido al americano, sobre previsiones? En caso negativo, ¿conocían el informe del USDA? Si disponían de uno u otro o de los dos, como es lo más coherente, ¿por qué no se ha aplicado ninguno?
Los que hemos pasado algunos días del verano en las zonas más duras de la España seca hemos podido apreciar los desastres de la sequía en los cereales -algunos no se han podido cosechar-, en las plantas oleaginosas -los girasoles que han nacido sin fruto o muy reducido-, viñas con claros síntomas de sequía, etcétera. Esperemos que a los agricultores se les compense generosamente. Créanme, un desastre al que me parece no se han puesto los medios para evitar; queda, al menos, que los pongamos para compensar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 12 de agosto de 2005