Imagínese que tuvimos la brillante idea de comprar un piso en este pueblo, en la promotora- constructora nos juraron y perjuraron que nunca pondrían bares en los locales que están debajo de nuestra casa, porque ni el Ayuntamiento lo permitiría, ni el constructor lo vendería para tal fin. Eso sí, se negaron a dárnoslo por escrito.
Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando ese mismo constructor, Pepe para sus amigos del Ayuntamiento, abre en mayo un bar e instala una terraza a tres o cuatro metros de nuestras ventanas y, por si no tenemos bastante ruido, coloca los motores del aire acondicionado debajo de nuestro suelo, que además nos proporciona una calefacción muy agradable en estos meses de calor, desde las nueve de la mañana hasta la una y media de la madrugada todos los días, sin descanso.
Estamos en agosto y nada ha cambiado. Bueno sí, nosotros estamos desquiciados. Hace un mes el Ayuntamiento denegó la licencia de apertura de la terraza, pero hay un plazo para ejecutarlo, casualmente nadie en el Ayuntamiento quiere decirnos en cuánto tiempo se cifra ese plazo.
Por otra parte después de varias visitas a su Ayuntamiento, cartas, denuncias a la policía conseguimos que vinieran a medir el ruido, tanto de la terraza como del aire acondicionado. Por supuesto, sobrepasaba lo permitido por la ley.
El informe está en su poder. Bueno, pues nadie hace nada. En fin que los que incumplen la ley se salen con la suya, mientras ustedes miran para otro lado. Que disfrute de sus vacaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de agosto de 2005