Acaba cansando la permanente denostación de Madrid -modelo y centro del paletismo y el cutrerío hispano- como forma de celebrar las virtudes de otras ciudades españolas, en las cuales priman al parecer la modernidad, el cosmopolitismo, la apertura generosa a lo forastero y a lo nuevo. En EL PAÍS de ayer, 17 de agosto, la arquitecta Benedetta Tagliabue, entrevistada por Jesús Ruiz Mantilla y Miguel Mora, asegura que le darán más fácilmente un encargo en Londres que en Madrid, y añade: "Ésta es la verdadera impresión de los catalanes en Madrid: que es otra ciudad más del extranjero". En esta ciudad más del extranjero la concejal de las Artes del Ayuntamiento, Alicia Moreno Espert, es catalana, igual que el director del teatro municipal más importante, Mario Gas; el director de la Orquesta Nacional es Josep Pons; la Biblioteca Nacional está dirigida por Rosa Regás; y uno de los montajes estrella del año en el Teatro Real ha sido una Flauta Mágica a cargo de La Fura del Baus. Durante varios años Josep María Flotats ha llenado un teatro, y lo mismo les sucede habitualmente a los grupos teatrales catalanes que vienen a Madrid, donde reciben siempre una bienvenida fervorosa. Podría citar a algunos cocineros con nombre y oficio plenamente catalanes, y hasta a algún directivo de este periódico con los que tengo un trato frecuente en Madrid, y que no me dan la impresión de sentirse muy en el extranjero.
Teniendo mi casa en esta ciudad desde hace muchos años estoy acostumbrado a no pensar en el origen de la gente, pero no puedo dejar de preguntarme por las posibilidades de que una persona de Madrid sea concejal de cultura en Barcelona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de agosto de 2005