Cientos de ciudadanos aceptamos hace años la invitación del alcalde Tierno Galván para poblar de árboles las laderas de las intersecciones a la M-30. Con la ayuda de un jardinero municipal, elegí un joven chopo, cavé un hoyo en lugar identificable y planté mi árbol. Lo visité varias veces y lo vi crecer, junto a sus congéneres, sano y robusto. Ahora otro edil ha arrasado la zona para un nuevo acceso y han talado mi árbol. Eso sí, voy a pagar su muerte en cómodos plazos durante los próximos 30 años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de agosto de 2005