He sido víctima de un robo en el interior de mi vehículo mientras esperaba en un semáforo de la Castellana a las ocho de la mañana. El modus operandi, según me dijo la policía y sufrí en mis carnes, siempre es el mismo: se acercan mendigando y, si ven algo de interés dentro del vehículo (bolso, móvil, gafas...), no dudan en golpearte el cristal para reclamar tu atención mientras un compinche (al que no ves) se introduce en el vehículo por la puerta del copiloto robándote todo lo que encuentra. Incluso a veces te golpean el coche para que te bajes, momento que aprovechan para llevárselo a punta de navaja.
La policía me dijo que no puede hacer nada ya que la ley protege a estos ladrones (siempre de países del Este). Ni siquiera los pueden expulsar del país, ya que el cupo reservado a tal efecto es para violadores, asesinos y delitos mayores. Recomiendo a todo el mundo que cierre las ventanillas y el seguro de las puertas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de agosto de 2005