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Reportaje:EXTRANJEROS EN LA COSTA | Verano 2005

Una mirada atlántica desde Mazagón

El salvadoreño Rodolfo Barón es, desde 1987, un puente para la cultura y la educación entre Hispanoamérica y Huelva

Rodolfo Barón, nacido en El Salvador en 1947, tiene desde hace casi dos décadas una casa junto a la playa de Mazagón (Moguer, Huelva) que mira al mar. Desde 1998 trabaja en ese enclave costero onubense como jefe de comunicación de la Mancomunidad Moguer-Palos de la Frontera. En uno de los estantes de su despacho asoma tímidamente una pequeña bandera de El Salvador: "Para no perder los orígenes. Tengo familia que vive aún allí", dice.

"Siempre me ha gustado mucho el mar y para un hispanoamericano tener una casa en la zona de la que partieron las tres carabelas que descubrieron América es una enorme satisfacción", afirmó Rodolfo Barón, que se asentó en la provincia de Huelva definitivamente en 1987 y participó activamente en los actos de organización del V Centenario del Descubrimiento, en 1992.

Su trabajo siempre ha estado vinculado a la provincia onubense. Hasta 1986 fue representante de El Salvador en el Consejo Directivo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y muchas de las actividades culturales promovidas por esta organización tenían a Huelva como sede. "Lo más importante es la educación de un pueblo. Y eso es lo que necesita Hispanoamérica. He creído siempre en mi trabajo como promotor de esa educación", subrayó.

Este salvadoreño considera que a Suramérica "le pasa un poco como a Andalucía: que crea genios. Ahí está Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges o Juan Rulfo, entre otros, pero el continente necesita de otros como, por ejemplo, de peritos agrícolas que trabajen en los pueblos", explicó. Para Rodolfo Barón Hispanoamérica "es un rosario multicultural muy distinto a los países occidentales, desarticulado, y tremendamente rico al mismo tiempo".

La familia de Rodolfo Barón se desplazó a España cuando él era un adolescente. Su padre, Rodolfo Barón Castro, fue diplomático. Sus hermanas estudiaron en colegios franceses, pero él se formó en España. "Al estar en una familia de diplomáticos, uno vive envuelto en el ambiente de su tierra, porque los diplomáticos, en los lugares donde los destinan, viven algo desarraigados, reciben los periódicos del país y las conversaciones giran en torno a la política de allí", afirmó.

"Recuerdo que cuando regresaba a mi casa del colegio, mi padre me sometía a una especie de lavado de esponja. Aunque estaba exento de las asignaturas de formación del Espíritu Nacional y de Religión, mi padre trataba de inclinar mis ideas hacia un pensamiento más liberal", dijo.

Rodolfo Barón no olvida en Huelva sus otras dos pasiones: la fotografía y la pintura. En su juventud llevó una vida bohemia en Francia como pintor antes de iniciar sus estudios en el Instituto Universitario de Ciencias de la Empresa en Sevilla. "Me di cuenta de que empezaba tarde y decidí volver a España a retomar mis estudios", señala.

Barón sigue realizando sus composiciones fotográficas, que suele exponer en Huelva. Sus últimos trabajos estuvieron colgados en la sede la mancomunidad bajo el título Mis modelos, visiones y el meteorito, en los que combina fotografía, juego de luces y arte pop. "No puedo dejar de dedicarme a lo que más de gusta en esta vida: el arte", concluyó.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de agosto de 2005