En cinco días han desaparecido víctimas de la motosierra bastantes acacias y olmos que daban su sombra al final de la calle de Embajadores. Los árboles de gran porte eran un obstáculo más a la megalomanía faraónica que afecta al alcalde de Madrid, el cual está haciendo de la Villa el cortijo de las grandes empresas constructoras, que hacen y deshacen a su antojo.
Nadie llora por estos árboles, nadie se ha encadenado a ellos para protestar, nadie los echará de menos a la vuelta del verano, pero los nuevos que replanten tardarán años en dar sombra y aire fresco al barrio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de agosto de 2005