Ante la necesidad de llevar a nuestro gato (pesa tres kilos y medio) a una clínica veterinaria de Bilbao, el otro día preguntamos en Metro Bilbao si podíamos llevarlo en su transportín (con lo cual se evitan todo tipo de riesgos y molestias para el resto de usuarios, porque él va dentro de su cajita). En la estación de Bagatza me contestaron que no se permitían animales de ninguna manera, ni siquiera con transportín.
Los que tenemos que aguantar a menudo los gritos, empujones e incluso vómitos de mucha gente en el metro (sobre todo en día de fiestas, fines de semana, días de partido,...) nos quedamos atónitos porque se nos prohiba llevar a un pequeño gato en su transportin (lo cual, por cierto, esta permitido, por ejemplo, en los metros de Madrid y Barcelona y en Cercanías de Renfe). Entiendo que los animales sueltos puedan molestar, pero es absurda la prohibición de que viajen en transportín.
Las prohibiciones en el transporte público deben estar al servicio de los viajeros. No tienen sentido las prohibiciones gratuitas, como ésta que sufrimos en nuestro metro los propietarios de mascotas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de agosto de 2005