La ardilla que, según la leyenda, en época romana podía recorrer la Península Ibérica de árbol en árbol, hoy al primer salto caería al suelo calcinado. La sequia, los descuidos, los pirómanos están convirtiendo nuestra Península en un erial. Las zonas forestales son más que adosados y campos de golf.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de agosto de 2005