Quiero hablar de una amplia zona cuyos vértices podrían comprender: aledaños de la plaza Mayor, plaza de Jacinto Benavente, Puerta de Toledo y San Francisco el Grande. En esta zona es fácilmente comprobable el deterioro a que se ha llegado: desde el desastroso estado de muchas de sus calzadas y aceras, la suciedad acumulada y la falta de limpieza, el descontrol de los contenedores de obras y de las mismas obras, así como la ilegal ocupación de espacios públicos por uso y abuso de terrazas, contraviniendo las recientes ordenanzas.
Las zonas donde se ubican los contenedores de envases, papel, etcétera, se han convertido en auténticos urinarios y al aire libre, despidiendo un hedor insoportable.
No olvidemos el capítulo de ruidos producidos por locales comerciales, que sin descanso se abren uno tras otro sin que parezca existir coto alguno o norma que los limite, convirtiendo calles enteras, que hasta hace poco disfrutaban de comercios tradicionales y tranquilos, en auténticos espacios de ocio, ruidosos sin más, cuando no se trata de los muy molestos negocios de venta al por mayor, que proliferan por doquier.
Pero si hay algo verdaderamente triste y humillante para todos es el espectáculo continuo de indigentes vagando por calles, parques y jardines en esta histórica y bonita zona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de agosto de 2005