Ante las declaraciones del secretario de organización del PSOE, José Blanco, sobre la situación actual del proyecto de nuevo Estatut de Cataluña, señalando que desborda el marco constitucional y que esto puede abocarlo al fracaso, el conseller de Política Territorial y portavoz del Govern, el nacionalista Joaquim Nadal, exigió al dirigente del PSOE que se calle. Así de democrático. Que se calle y que no interfiera en una cuestión que le es ajena.
Pues si el ciudadano Nadal cree en el poder taumatúrgico de sus palabras, y mientras no triunfen las tesis defendidas por personajes como él, representantes oficiales de nuestra izquierda catalanista y de progreso, de que quien más impuestos paga más derechos tiene, ejerceré mi derecho constitucional a opinar sin pedir consentimiento al señor Nadal. Yo, como socialista y por tanto no nacionalista, pido a mis correligionarios de partido y a todos aquellos que crean que España y su Constitución no pueden ser dinamitadas por aquellos que quieren la destrucción de nuestra nación y de los valores de justicia y progreso que encarna, que hablen. Que hablen fuerte y claro. Que se está librando una batalla donde los ciudadanos nos estamos jugando una cuestión a la que nadie es ajeno y que es la piedra angular de toda sociedad democrática: el derecho fundamental a la igualdad.
Que digan y nos prometan que no tolerarán que la convivencia y el proyecto común de ciudadanía con el que nos hemos dotado sea sacrificado en el altar de aquellos que quieren la desaparición de nuestro país. Que hablen y que actúen.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de agosto de 2005