El Día Internacional de la Solidaridad se celebra hoy en plenas vacaciones. Quizá no sea la mejor fecha y esto nos lleva a una primera reflexión: entender la solidaridad como aporte gratuito más o menos significativo frente a la importancia del concepto de justicia. En un mundo en el que la inmensa mayoría se muere literalmente de hambre (sin entrar en otras necesidades físicas y psíquicas igualmente esenciales) es absurdo mantener que la buena voluntad de algunos aportará una solución global.
El planeta debe ser entendido como un espacio finito que a todos nos corresponde por igual. En una habitación con 10 personas y 10 panes, la justicia establece un pan por persona, pero en nuestra habitación dos personas tienen ocho panes mientras las otras ocho se pelean por los restantes.
En este final de año se renueva la esperanza con campañas como las de Hambre Cero. Es obligación de todos leer al menos qué propuestas nos hacen las ONG vascas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de agosto de 2005