Lunes 15 de agosto: un lector no encuentra la crónica de la corrida celebrada el día anterior en la plaza de toros de Madrid. "¡Córcholis!", piensa para su capote. "Desde hace varios años, la información taurina de EL PAÍS está hecha un lío. Se han publicado cartas de protesta de lectores decepcionados, algunos de los cuales se refirieron a la rica tradición cultural de la fiesta taurina y cómo fue apoyada por intelectuales de la talla de Ortega y Gasset, cuya familia estaba íntimamente ligada a la fundación de este periódico".
Lunes 22 de agosto: de nuevo, nada de nada sobre el festejo del día anterior en la llamada "primera plaza del mundo". El lector busca el amparo del Defensor del Lector, pero está de vacaciones. Entonces el lector se dirige por teléfono a la sección de Cultura y Espectáculos y habla con una redactora. "¿Pero hay toros en Madrid?". "Sí, señorita, todos los domingos desde marzo a octubre". "Bueno, descuide, avisaré a mi jefe". "Gracias, adiós".
Lunes 29 de agosto: sin noticias de la corrida de Madrid en el llamado "primer periódico del país". ¿A quién culpar? ¿Tan sólo un brote de la proverbial dejadez nacional, dolencia especialmente severa durante las vacaciones? ¿O es que a EL PAÍS realmente ya no le interesa la fiesta, y que así, dejando de informar, incluso pretende contribuir a su lenta desaparición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 2 de septiembre de 2005