Veraneo en esta playa desde hace casi 30 años. He sido testigo de su crecimiento, del nacimiento de Islantilla, del paso de aquellas calles de tierra a las urbanizaciones masificadas, y nunca ha estado la playa de La Antilla tan abandonada y sucia como ahora.
La avenida de Castilla no se arregla y en las zonas circundantes hay aceras levantadas, dando lugar a caídas. En muchos casos nos vemos obligados a caminar por la calzada al estar las aceras ocupadas por los coches. Esto se podía solucionar colocando pivotes que impidieran la subida de los coches a las aceras, pero parece que, desde el Ayuntamiento, prefieren hacer uso de la grúa municipal, que debe ser una gran fuente de ingresos extras.
Otro problema este año es el de los robos. Hace unos días, un coche amaneció sin sus ruedas en el aparcamiento de un edificio céntrico, otro con los cristales rotos y la documentación robada. A mi hija le robaron la cartera. Denunciar el hecho casi se convierte en un tour por la provincia. Primero fuimos a la oficina de la Policía Municipal en La Antilla, donde nos dijeron que el asunto no era de su competencia. Nos enviaron a la Guardia Civil de Islantilla que, por cierto, estaba cerrado (sábado 23 de julio, 12.30 horas). Tuvimos que irnos al cuartel de la Guardia Civil de Lepe, donde fuimos atendidos. En todos estos lugares había ciudadanos que expresaban su malestar y se referían a la situación de La Antilla.
¿Los que veraneamos en estas playas, más de 100.000, no merecemos algo mejor? Que aunque no votamos en esta ciudad, con nuestra presencia y divulgación año tras año, hemos contribuido a su engrandecimiento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de septiembre de 2005