Concluidas mis vacaciones, quiero manifestar mi perplejidad porque en el debate sobre el desarrollo urbanístico y medioambiental que se está produciendo en la Comunidad Valenciana no se escuche la voz del turista, de aquellos nacionales o extranjeros que aportamos nuestro grano de arena al desarrollo de la Comunidad. Por descontado que el turismo "de calidad" no se contrapone al de "sol y playa", al contrario; pero la proliferación de campos de golf -la nueva coartada de quienes están destruyendo el litoral- en nada mejora la deficiente posición de la Comunidad en el contexto internacional. A corto plazo, y si el modelo depredador no se para, el territorio valenciano quedará como destino infraturístico, mientras otras zonas de la UE gestionarán el turismo para clases medias. ¿A qué turista le puede atraer la masificación, la desertificación, la precariedad en los servicios o el transporte, o, simplemente, la ausencia de vegetación para hacer más llevadero el tórrido agosto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de septiembre de 2005