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OPINIÓN DEL LECTOR

Alcalá, aún a tiempo

Alcalá de Henares es una ciudad sin parques ni jardines públicos. La verdad es que, tradicionalmente, no se han necesitado: la amplia y extensa ribera del Henares y las huertas en minifundio suplieron, con creces, esos equipamientos imprescindibles en otras ciudades para poner en contacto a los vecinos urbanitas con la naturaleza.

Los cuarteles militares, los conventos, las parroquias, los terratenientes, el Ayuntamiento y hasta las cárceles tenían huertas. Los alcalaínos las cultivaban en sistema de arriendo y subarriendo, por lo que eran útiles para el abastecimiento y también el solaz de muchas familias.

Las alambradas han ocupado la orilla del río, macrocentros comerciales, urbanizaciones de lujo, polideportivos privados, fabricas y desagües industriales han hecho inaccesibles espacios que siempre estuvieron abiertos. Las huertas también han desaparecido, devoradas por una especulación inmobiliaria absolutamente canalla, excepto alguna intramuros que todavía cuidan las monjas de clausura.

Alcalá necesita reordenar su territorio y dotarse de un patrimonio natural que ha ido perdiendo demasiado deprisa. Todavía estamos a tiempo, luchando unidos podemos impedir que el alcalde urbanice subrepticiamente la Isla del Colegio, pequeña zona de huertas situada en un meandro del río, al borde mismo de la ciudad, el único espacio que todavía queda para dotarnos de un parque público digno y acercar de forma cotidiana la naturaleza a los alcalaínos.

Aunque el cemento y el asfalto repartan prebendas y dividendos. Señor alcalde, necesitamos un respiro. ¡Necesitamos la Isla.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de septiembre de 2005