Para sentir lástima no es necesario viajar a las zonas más abandonadas y sucias del planeta. Podemos sentirla aquí, en Barcelona: el Raval, La Rambla, la plaza Reial, delincuencia y gamberrismo en el metro y en la calle, cacas y orines humanos... y la cosa sigue.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de septiembre de 2005