Como tantas personas en el mundo, estoy impresionada por lo que ha pasado en el sur de Estados Unidos. He vivido varios años en Chicago, y sé de primera mano la cantidad de dinero y medios de que dispone EE UU para todo, excepto para organizar una Seguridad Social que realmente sea social, y un Estado que esté al servicio de los contribuyentes, y no al revés. Es un país riquísimo, y no necesita ayuda económica de nadie. Sólo quieren tapar su ineptitud haciéndonos creer que si hubiera habido más dinero, la tragedia no habría sido tan grande.
Por eso me parece de un cinismo sin límites que el embajador de EE UU le presente al ministro de Exteriores de España una lista con las necesidades urgentes. En mi opinión, todo lo que les diéramos servirá sólo para que ellos se lo ahorren, o no lo gasten, o lo gasten en otra guerra, porque tienen medios más que suficientes para pagar el desastre.
No han tenido capacidad de previsión, ni de reacción, ni tampoco de organización. Además, hay que añadir que las víctimas son la mayoría negras, y cualquiera que haya pasado más de una semana allí sabrá que los negros son ciudadanos de segunda. Espero que la Unión Europea y España no se dejen tomar el pelo ante semejante tropelía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de septiembre de 2005