La influencia del neoliberalismo económico y su axioma del "sálvese quien pueda" en nuestra vida cotidiana es evidente: desregulación e individualización de las relaciones laborales, privatización de sectores públicos tan sensibles como sanidad, educación, tercera edad, etc. Este sistema que tanto fascina a nuestras asociaciones empresariales y a una gran parte de nuestra clase política se acaba de enfrentar en EE UU -cuna y probeta permanente de ese sistema- a una catástrofe natural en forma de ciclón. Pues bien, resulta que el señor Bush se declara insolvente a la hora de atender las necesidades primarias y acuciantes de su propia gente en los primeros y decisivos días post desastre.
Fiel a su costumbre de priorizar eso que ellos llaman "orden público", en vez de garantizar el envío de medicinas y alimentos, dedican gran parte de sus esfuerzos a vigilar los centros comerciales y a "abatir" infractores. No hay mal que por bien no venga: si ya sabíamos como funciona el neoliberalismo en unas condiciones normales, ahora ya lo conocemos afrontando catástrofes en el país más rico del mundo. Y, claro, sigue sin gustarnos.- Xabier Pérez Herrero. Irún.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de septiembre de 2005