A LOLA BLANCO la fotografía le sirve para expresar emociones. Ésta, que tomó camino del refugio de Áliva, tras remontar los 753 metros de desnivel que salva el teleférico de Fuente Dé, retrata, según ella, "la soledad buscada". "Fue en mayo. Aún no se había ido la nieve del todo. Aquellos cuatro montañeros anónimos y el refugio contribuyeron a esa sensación de inmensidad del paisaje", recuerda. "Es, simplemente, una foto que estaba ahí esperando". Fue durante una escapada de cuatro días junto a su marido, Rafa Garrido, y su hija, Patricia, de 13 años, al parador cántabro de Fuente Dé, en las estribaciones de los colosales Picos de Europa, asomado al valle de Liébana . El tipo de paisaje con el que disfruta la familia. "Siempre que podemos nos escapamos al norte", explica Lola Blanco. "Nos gusta la temperatura, la gente y la sensación de escaparnos de los tópicos del verano".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de septiembre de 2005