PARA UN "enamorado de Italia y de Miguel Ángel" como Fernando Sánchez, Florencia es un sueño hecho ciudad. Salvo si los elementos se ponen en contra. "Cuando tomé la fotografía, en mi segunda visita a Florencia, llovía como nunca he visto hacerlo", recuerda. Fernando estaba con unos amigos en Bolonia y planearon una excursión de un día a la capital toscana. "No nos quedó más remedio que pasarnos el día entre cafeterías, tomando capuchinos". El tiempo, sin embargo, tuvo algo positivo. "Me brindó la luz única, plana y gris de una tarde lluviosa".
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 10 de septiembre de 2005