Como alumna de la Complutense, el sábado 3 de septiembre me dirigí a estudiar a la biblioteca de Estudios Empresariales, habilitada 24 horas en época de exámenes. Regresé a mi casa a las dos horas. Los pasillos estaban llenos de gente hablando de tal manera que, dentro del aula habilitada para estudiar, se escuchaban perfectamente las conversaciones, siendo imposible concentrarse. Cuando el nivel de ruido alcanzó cotas insoportables, bajé a buscar al personal de seguridad, que subió y pidió a la gente que se callara, "porque hay personas que quieren estudiar". La gente se calló el tiempo justo para oír lo que decía y acto seguido siguió hablando al mismo volumen de antes. El guardia regresó a la planta baja, desde donde se escuchaba el griterío.
Viendo que era imposible estudiar en esas condiciones, decidí marcharme y busqué al responsable de la facultad en ese momento para pedir una hoja de reclamaciones que no me facilitó. Me indicó que "el personal de seguridad está para impedir que se fumen porros y que se introduzcan bebidas", "la gente tiene derecho a descansar", "no se puede impedir a la gente que hable"... Y, tras preguntarme a qué facultad pertenezco, me invitó a que me fuera allí a estudiar y me indicó que lo tenía "muy crudo".
No les pido que prohíban la entrada de móviles a la biblioteca y aulas de estudio, ni que los estudiantes desactiven los politonos, ni que dejen de atender sus llamadas dentro de la biblioteca y del aula de estudio. Sólo pido que, si este lugar está reservado para estudiar, haya un silencio razonable para poder hacerlo. Como estudiante matriculada en la Complutense, les pido que, ya que habilitan un lugar para el estudio, se encarguen también de garantizar que se pueda estudiar allí.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de septiembre de 2005