Los más de 500 diputados de Brasil han decidido una protesta singular contra el presidente del Parlamento, el conservador Severino Cavalcanti, de 74 años, acusado por el concesionario del restaurante de la Cámara, Sebastião Buani, de haberle exigido una propina mensual de 10.000 reales (unos 3.300 euros) para mantenerle ilegalmente la concesión.
Los diputados han decidido que si Cavalcanti, que está en Nueva York para hablar a los otros presidentes de los parlamentos del mundo, no renuncia inmediatamente a su mandato, cada vez que se siente en el famoso sillón presidencial abandonarán todos la Cámara, Gobierno y oposición, dejándolo solito.
Cavalcanti, que es un católico conservador y polémico, que defiende el nepotismo en política, afirmando que quién mejor que los propios familiares para trabajar con él y que ha confesado que su dinero nunca lo pone en el banco sino que lo conserva escondido en su casa, no ha dado el brazo a torcer. Desde Nueva York, donde pasó el fatídico 11 de septiembre haciendo compras, ha respondido que todo es "mentira podrida". Cavalcanti, que se honra de llevar casado más de cincuenta años "con la misma mujer" y de haber ido con ella a misa todos los domingos del año, no es hombre de dar el brazo a torcer. Si es preciso, dicen quienes le conocen más de cerca, seguirá presidiendo la Cámara solito.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de septiembre de 2005