Estando el pasado lunes en Madrid, subimos al monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Y encontramos, como cientos de otros visitantes, que, precisamente el día de su santo patrono mártir, el Real Sitio tenía cerradas todas sus instalaciones al público. Bajamos a la capital apenados.
Aunque nuestra visita valió igualmente la pena, no podíamos dejar de pensar que si el museo debe cerrar ese día de fiesta por razones civiles o laborales, la Iglesia, precisamente ella, debería haber estado abierta para los que, como nosotros, habíamos dirigido nuestros pasos de turistas y peregrinos al histórico y piadoso lugar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de septiembre de 2005