Como perteneciente a una institución asociada al Departamento de Información Pública de Naciones Unidas, he tenido ocasión de asistir, en los días previos a la Cumbre de Jefes de Estado, a la conferencia de ONG y grupos de la sociedad civil que tuvo lugar en Nueva York los días 7, 8 y 9 de este mes. En ella se revisaron los principales problemas del mundo actual, poniendo el énfasis en el papel de la ONU ante ellos y en la necesidad de que la sociedad civil pase a involucrarse en la estructura y procesos de decisión de esta organización.
Mientras el documento final de la cumbre, negociado en salas adyacentes a las nuestras, iba, según se nos iba informando, perdiendo contenido, el potente mensaje que recibíamos de parte del secretario general y distintos responsables de departamentos era una especie de llamada de socorro: la reforma y la revitalización de la ONU, así como el avance en la consecución de los objetivos del milenio, no serán posibles si la sociedad civil no se involucra y deja oír su voz.
Los más de 3.000 representantes, llegados de 124 países diferentes, que participamos en la mencionada conferencia sabemos ahora que éste es el comienzo de un proceso que también forma parte de la reforma de Naciones Unidas. Que tenemos que seguir explorando vías mediante las que la sociedad civil pueda tener un impacto sobre la Asamblea General; que los términos de las negociaciones que manejan nuestros Gobiernos han de pasar a ser objeto del debate democrático, antes, no sólo después de su puesta en juego; y que si realmente nos importa la suerte de millones de hombres y mujeres del mundo que sufren la pobreza y las enfermedades, el crecimiento del terrorismo y la amenaza de la proliferación nuclear, hemos de utilizar nuestras capacidades para presionar a los Gobiernos a avanzar en direcciones que vayan más allá de los, a menudo, estrechos intereses nacionales.
Comparto plenamente el enfoque expuesto por Federico Mayor Zaragoza en su artículo La sociedad civil debe hacerse escuchar.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 16 de septiembre de 2005