Parece que como ya no somos ciudad olímpica, no somos nada. Por lo visto, es necesario ser olímpico para disfrutar de transportes públicos, carreteras y otras infraestructuras. Como muestra, la zona de la Peineta: cuando íbamos a ser olímpicos nos prometieron una estación de cercanías de Renfe. Pues debe ser que los que hemos de ir a trabajar fuera de Madrid, ya no tenemos la necesidad de acceder a la Renfe, por lo visto.
Glorieta de Arcentales: antes de la pérdida de la candidatura, se desmoronó un trozo del puente que une Las Rosas con Coslada, y que da acceso a la M-40 en ambas direcciones. Deprisa y corriendo cerraron el puente, mientras colocaban unas balizas de separación entre carriles, para que los vehículos no cayeran a la carretera, y dejaron tan sólo un carril accesible. En esas condiciones abrieron el puente y comenzaron lo que parecían obras de reparación.
Tan sólo lo parecían, puesto que en eso llegó la descorazonadora noticia de que ya no íbamos a ser olímpicos. En ese momento, se llevaron las máquinas, desaparecieron los operarios, y nunca más se supo. Estoy hablando de un puente en el que queda accesible un carril de acceso a la M-40, que debe absorber en hora punta al tráfico de los carriles que entran de Madrid, Canillejas, Las Rosas, San Blas, y a los que entran de la propia M-40 a Coslada.
Excuso contar los atascos apoteósicos que se montan a diario en la zona. Yo, que vivo en Las Rosas, y trabajo en Pozuelo, tardo más en hacer 500 metros desde mi domicilio a la M-40 que desde la glorieta de Arcentales a Pozuelo (33 kilómetros). ¿A quién corresponde la gestión de la M-40? ¿Van a reparar el puente este milenio? Y mientras tanto, sin tren.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de septiembre de 2005