Hoy, 18 de septiembre, se celebrarán en Alemania unas elecciones trascendentales, que pueden tener una repercusión muy significativa en toda Europa.
Así pues, esta confrontación electoral en el corazón de Europa puede representar la muerte definitiva del Estado social ydel modelo europeo por antonomasia o bien, ser un revulsivo (al estilo del no francés a la Constitución europea) para la restauración de una política en mayúsculas, sostenida por una dignidad social y una economía redistributiva. El termómetro que puede marcar un freno a la regresión social se llama Oskar Lafontaine. El ex ministro de Economía del SPD, con su nuevo partido Trabajo y Justicia Social y a través de una nueva alianza de izquierdas, es de las pocas esperanzas que quedan en Europa para salvar la democracia. Es preciso tener en cuenta que el ciudadano medio es aún poco consciente (por culpa de una terrible despolitización de nuestra sociedad) de que, en estos momentos, se está gestando un monumental fraude, político y social, consistente en suplantar, de una forma muy sibilina la democracia por una plutocracia muy conservadora, violenta, irresponsable y corrupta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de septiembre de 2005