El 18 de septiembre de 2004, el Madrid visitó Montjuïc cinco días después de debutar en Europa. Ayer, se asomó al mismo escenario en las mismas condiciones. En 2004 lo hizo tras perder 3-0 en Leverkusen. En 2005 lo ha hecho tras perder 3-0 en Lyón. En 2004 cayó 1-0 ante el Espanyol. En 2005, también. En 2004 sufrió dos expulsiones. Ayer, también. En 2004, el entrenador era Camacho, que decidió abandonar la nave. En 2005, el entrenador es Vanderlei Luxemburgo, a quien no se le pasa por la cabeza abandonar nada, ni la nave, ni su discurso, ni su táctica, ni su cuadrado mágico... Dice Luxemburgo que él es el comandante, que las críticas no le van a cambiar, que tiene 53 años y que ya no es momento de pasar exámenes. Dice Luxemburgo muchas cosas y dice muy pocas el equipo en cuanto vienen mal dadas. Y mal dadas vinieron ayer en Montjuïc, en un partido que el Madrid manejó con cierto desahogo hasta que una jugada le volvió loco. Ocurrió en el minuto 68, cuando De la Peña sacó una falta que los de Luxemburgo defendieron como acostumbran (de chiste), y que Jarque remató feliz en el segundo palo. Pareció que el árbitro, Rodríguez Santiago, pitaba algo. Falta, quizá. Así que los madridistas no dieron crédito cuando le vieron señalar gol.
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Y se desquiciaron. Sergio Ramos vio la segunda amarilla y fue expulsado; Baptista le buscó el tobillo a Jonathan y fue expulsado. El Madrid más renovado de la historia se distingue bien poco, en cuanto a impotencia, del que hace un año vagabundeó durante meses por la Liga. Pero alguna diferencia hay ente uno y otro: entonces, a estas alturas, acumulaba dos victorias; hoy sólo tiene una. Entonces, el técnico era Camacho, que consideraba un examen cada partido. Hoy lo es Luxemburgo, que no pasa exámenes.
Lloró el Barça también, en una jornada que encumbró al Getafe, capaz de marcarle cuatro al Alavés y colocarse líder. El Barça se midió al que se antoja su rival maldito, el Atlético, y su peor enemigo, Torres. Empató El Niño desactivando el gol anterior de Eto'o y Kezman se estrenó para firmar el 2-1 definitivo, que no varió pese a quedarse el Atlético con diez por expulsión de Pablo. Fue grande el Atlético ayer como lo fue el sábado el mallorquinista Arango. Porque pase lo que pase, esta Liga ya ha dejado una obra de arte: su gol a la Real Sociedad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 19 de septiembre de 2005