El primer duelo entre equipos andaluces de esta tempodada no pudo ser más descorazonador: el Sevilla demostró que, hoy por hoy, no sabe meter goles y el Cádiz, que su disciplina y entrega dan para poco en Primera.
Los jugadores sevillistas, una alineación forzada por las circunstancias, inédita e improbable en el futuro, salieron aceleradísimos. El que más, Luis Fabiano, que saltó al terreno de juego ya con la cadena tan salida, que le arreó un golpe al primer contrario con el que se encontró y, también, tras el pitido que indicaba el descanso. Pero no fue el único. Este Sevilla coyuntural -precisamente por ello- tenía claro su misión, pero no tanto el camino hacia ella. Adriano y Alves protagonizaron un buen par de internadas. El lateral derecho se plantó en atlética carrera hasta la frontal del área cadista, donde fue derribado y la falta sancionada desaprovechada. El interior izquierdo se hizo con un rechace a menos de 30 metros de la meta de Armando y con la defensa descolocada, pero acabó por descolocarse él mismo tras regates innecesarios y egoístas.
SEVILLA 0 - CÁDIZ 0
Sevilla: Palop; Daniel Alves, Javi Navarro (Maresca, min. 65), Dragutinovic, David Castedo; Jesús Navas, Jordi (Renato, min. 70), Martí, Adriano; Luis Fabiano y Kepa.
Cádiz: Armando; Varela, Abraham Paz, De Quintana, Raúl López; Fleurquin, Suárez (Benjamín, min. 57); Enrique, Pavoni (Estoyanoff, min. 74), Jonathan Sesma; y Oli.
Árbitro: Daudén Ibáñez. Amonestó a Javi Navarro, Fleurquin, Luis Fabiano, De Quintana, Raúl López, Enrique, David, Estoyanoff,
Unos 30.000 espectadores en el Sánchez Pizjuán. El partido comenzó con retraso a causa del lanzamiento de una bengala en las cercanías del terreno de juego.
El Cádiz se aprovechó del evidente despiste y dominó el encuentro durante un cuarto de hora largo. No necesitó más que mantener la concentración necesaria para mantener sus líneas juntas y que el trabajo de sus futbolistas fuera generoso. Y así fue. Un rato. Hasta que el Sevilla se dio cuenta de que, a falta de calidad de combinación, lo más inteligente era darle la pelota al mejor: Jesús Navas.
El futbolista demostró que su aspecto aniñado no tiene vigencia en el fútbol. En el minuto 19, se fue de tres defensores y de una patada lanzada al aire desesperadamente por Pavoni. Trastabillado, su disparo fue más peligroso que ninguno de los realizados por sus compañeros hasta ese momento. Seis minutos después, se sacó un pase paralelo a la línea de fondo que nadie supo rematar.
Pero este Sevilla no mete un gol ni con los deliciosos pases de Navas, ni con nada de nada. Luis Fabiano parece acercarse a la categoría de fenómeno paranormal. El brasileño disparó a puerta más de media docena de veces, lo hizo todo bien, de los desmarques a los regates, pero sus disparos nunca encuentran la portería. Se escapa hasta del cálculo estadístico.
El Cádiz tuvo su oportunidad de gloria en la primera parte, cuando un inteligente pase de De Quintana a Oli acabó en penalti de David Castedo y éste en fallo de Abraham Paz. Y es que ninguno mereció ganar en esta exhibición de carencias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de septiembre de 2005