Hoy se celebra en toda Europa el Día sin Coches en el marco de la Semana de la Movilidad. En una ciudad sitiada por obras faraónicas, el caos circulatorio y la contaminación atmosférica y acústica, las medidas tomadas por el Consistorio del alcalde Ruiz-Gallardón para la mejora del tráfico y el transporte son mero maquillaje propagandístico.
La campaña publicitaria nos invita a combinar transportes alternativos al automóvil privado -bus, metro, tren, bicicleta-. Sin embargo, dicha combinación es imposible en una ciudad comida por el asfalto y el tráfico rodado fomentado desde las propias instituciones públicas madrileñas.
Las bicicletas no pueden subirse al metro, al tren o al bus, y aunque estuviera permitido, no existen carriles-bici suficientes y útiles para transitar por la ciudad.
Y si existieran, tal cantidad de automóviles desanima al ciclista, que se arroja a jugarse la integridad o la salud de sus pulmones en el centro.
El señor Ruiz-Gallardón parece no enterarse de que Madrid no necesita ni más aparcamientos subterráneos ni más asfalto para el tráfico, sino limitaciones al mismo y opciones verdaderas de poder utilizar la bicicleta en la ciudad, bien sola, bien combinada con transportes públicos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de septiembre de 2005