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Crítica:53º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

Crimen y ¿castigo?

San Sebastián
La película nórdica Bang Bang Orangutang y la española Sud Express cerraron ayer la competición oficial del Festival de San Sebastián. El jurado, presidido por la actriz Anjelica Huston, dará a conocer hoy el palmarés del certamen. Desde el pasado jueves 15, se han proyectado dos centenares de películas en más de 600 sesiones, entre ellas, las 19 del concurso. En la última jornada de la sección Zabaltegi se exhibió el corrosivo documental ¡Viva Zapatero!, sobre el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, realizado por Sabina Guzzanti. El apartado dedicado a las películas exhibidas en otros festivales se cerró con Match point, el último filme de Woody Allen, que se estrenó en Cannes.

Match point, la última genialidad de Woody Allen, que ayer clausuró la sección Perlas de Otros Festivales de Zabaltegi, es una brillante variación sobre uno de esos temas que llevan años obsesionando al maestro neoyorquino. A saber, si más allá de las consecuencias morales de nuestros actos, éstos traen siempre aparejados -o no- una sanción penal, social o del tipo que sea.

Su dudoso héroe, un instructor de tenis, Chris (Jonathan Rhys Meyers) amante de la ópera italiana y lector de Dostoievski, pronto convertido en ejecutivo de éxito por su relación con una joven rica y casadera (Emily Mortimer), cae en la tentación que constituye su atractiva cuñada (Scarlett Johansson), al tiempo que su esposa busca denodadamente que le dé un descendiente.

Con un guión prodigioso, que se mueve con inaudita elegancia entre el guiño cómico y el inesperado giro dramático, Allen lanza una mirada vitriólica sobre un mundo de apariencias brillantes y sordidez moral del que Chris no está dispuesto a apearse. Unos diálogos escritos con milimétrica precisión, unos movimientos de cámara de una serena, elegante majestuosidad y unos actores sobresalientes, todos y cada uno de ellos, dan al filme la pátina de un producto de indudable, recio clasicismo... una apuesta brillantemente coherente con el mundo de lujo y falsos esplendores retratado desde una soberana, olímpica distancia.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de septiembre de 2005