El Ayuntamiento de Madrid se gasta mucho dinero en campañas previniendo todo aquello que él mismo causa: ruidos, contaminación y despilfarro de agua. Quiero dejar constancia de lo que se está haciendo ahora mismo con el agua potable. Los camiones cisterna que baldean la ciudad día y noche se rellenan en las bocas de bomberos que se nutren del Canal de Isabel II. Ante mi extrañeza, el operario me dijo que en cada cisterna caben 18.000 litros y que cada conductor vacía cuatro veces al día la cisterna y que tiene la orden de llenarlos con agua potable. Todas estas cifras se deben multiplicar por el número de camiones cisterna de que dispone el servicio y por las veces que sale cada uno.
Nos encontramos ante una cifra escalofriante no sólo en época de sequía. Semejante despilfarro e irresponsabilidad sólo puede provenir de autoridades a las que no les importan ni la ciudad ni los ciudadanos ni el gobierno de ambos, y que, contradictoriamente, salen ilesos de cuanta mala actuación, constante por cierto, cometen.
El agua, lo sabe hasta el menos cívico de los habitantes del planeta, es un bien escaso y cada uno debemos contribuir a su conservación. El gesto más pequeño es muy importante, pero no debemos consentir la mentira continuada de un desgobierno que está despilfarrando lo que no es suyo.
Animo a quien lea esta carta a que escriba a cuantos medios de comunicación sea posible para denunciar cualquier anomalía que detecte y a todos los madrileños a pedir cuentas a los responsables de tales órdenes, porque no debemos permitir que los gobiernos acaben con los bienes de los ciudadanos y tampoco que nos mientan en sus actuaciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de septiembre de 2005