Aunque pueda parecer descabellado e irrisorio el título de esta carta, y atendiendo al borrador de la futura ley que desde la Junta y de su Consejería de Medio Ambiente, a través de la directora de la REMPA, Rosario Pintos, se pretende implantar para regular el tránsito de vehículos por el espacio natural de Doñana, y en concreto por la Raya Real, vereda milenaria de tránsito y que une mi pueblo, Villamanrique de la Condesa, y la aldea onubense del Rocío, y que es, a su vez, camino de paso de cerca de 100 hermandades rocieras que, cada primavera y cada Pentecostés, discurren en perfecta sintonía y armonía desde tiempos inmemoriales sin que nunca haya habido ningún tipo de altercado ni conflicto que haya puesto en peligro a Doñana ni a sus moradores.
Pero como desde la Consejería y, más concretamente, desde los despachos de la Sra. Pintos, no se quiere oír la voz experta de los moradores y de quienes han hecho posible la Doñana que hoy conocemos, pues, haciendo caso omiso a nuestras reivindicaciones, se va a limitar y restringir el paso por ese tradicional e histórico camino.
Y lo peor es que desde la Consejería se pretende crear y fomentar una red de empresas dedicadas a la explotación de este espacio, previo pago, cosa que hasta ahora era público y de beneficio general de toda la ciudadanía, y no sólo de los manriqueños, como se está haciendo creer.
En definitiva, se pretende crear una autopista de peaje en el campo, en el medio rural que conocemos, para hacer menos libres y con más cortapisas a los que, históricamente y sin ningún tipo de problemas, hemos sido coartífices de la gran Doñana que ahora otros pretenden, con sus prohibiciones, hacer solamente suya.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de septiembre de 2005