"Dicen los mayores que en 1905 hubo una sequía total, pero yo no he hablado con nadie vivo que recuerde algo parecido a lo de este año", cuenta Francesc Montcusí. Este agricultor de 43 años es uno de los que aún se dedican a tiempo completo al campo en la comarca tarraconense de la Conca de Barberà, la más afectada por la escasez de agua de la provincia de Tarragona. Montcusí ha perdido el 90% de la cosecha de cereales y el 40% de la uva con respecto a lo que cosechó el pasado año.
Como máximo, aspira a recibir una subvención de 22.000 euros. Será en forma de crédito a bajo o nulo interés, pero ni él ni ningún otro agricultor sabe cuándo van a llegar estas ayudas de la Administración. Esos 22.000 euros que deberá devolver a medio plazo no son mucho al lado de los aproximadamente 90.000 euros que gana en un año "normalito", asegura. Es una cantidad bruta, a la que se deben descontar impuestos, fertilizantes, gasóleo y alquiler de maquinaria o sueldos para jornaleros.
"Nos hundimos", dice Francesc Montcusí, que ha perdido el 90% de la cosecha de cereales
MÁS INFORMACIÓN
Sus tierras, situadas en varios municipios, no han visto ni una gota de agua entre la primavera pasada y este mes de septiembre. Y no tienen riego alguno. Las cepas de la variedad trepat -muy apreciada para el cava rosado- le han aguantado mejor de lo que cabía esperar, pero tanto le da. "Llévate una caja, si quieres, que esto no vale nada", dice. La crisis de precios que azota la viticultura catalana es otro problema al que sobreponerse.
"Años malos siempre los ha habido", dice Montcusí, pero matiza que el problema de su profesión ya no es coyuntural, como antes, sino estructural. Lamenta que las aseguradoras no aseguran toda la cosecha, el coste no para de subir, los agricultores no se quedan con el margen de beneficio que encarece el producto de forma insultante en los supermercados.... "Sin las ayudas nos hundimos. Nos están obligando a abandonar", dice resignado
Sus pérdidas son sólo una parte de las que calcula el sindicato agrario Unió de Pagesos para toda Cataluña: 100 millones de euros para los cereales y 50 millones para la ganadería extensiva, que son los dos sectores más afectados. La mayoría de estas pérdidas se las llevará la provincia de Lleida, la que concentra la producción de cereales y el ganado de Cataluña.
Montcusí, que vive en Santa Coloma de Queralt, ha visto cómo la presión del agua se ha reducido por las noches durante todo el verano. Y lo mismo en el cercano pueblo Sarral, donde tiene sus cepas, que es uno de los 56 municipios que el Gobierno catalán mantiene en estado de alerta por escasez de agua para uso doméstico. Son en su mayoría localidades que se abastecen con recursos propios, es decir, pozos o acuíferos que se han agotado. De momento, las lluvias de agosto y septiembre han permitido a la Agencia Catalana del Agua posponer las restricciones de agua en el área metropolitana de Barcelona, que, si no llueve, podrían comenzar a aplicarse el 15 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de septiembre de 2005