Hubo un tiempo en que saltar la valla estaba bien visto: acogíamos con cariño, ayudas económicas y publicidad a los blancos que huían desesperados de la miseria y del régimen comunista. Eran un ejemplo a seguir. Eran el ejemplo de que nuestro sistema capitalista era el mejor.
Los tiempos han cambiado y ahora otros desesperados (negros), provenientes de la misma miseria, son recibidos con la bienvenida del material antidisturbios y por la guardia civil. Que se vuelvan por donde han venido, faltaría más. Los capitalistas somos así: si vemos a negros subidos a la valla, como pájaros famélicos, subimos la valla. Mejor aún, la doblamos en altura. Alambradas para todos.
Bush niega a Darwin y por lo que se ve en Europa también: la selección de las especies les hará saltar más alto o cavar túneles. Saldrán debajo de la tierra. ¡Qué esperpento.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de septiembre de 2005