Ya de por sí, trabajar en la Zona Franca de Barcelona tiene inconvenientes de antemano que tenemos que asumir: servicios inexistentes, como farmacias o bares; transportes públicos insuficientes -y el poco que hay es patético-, y otras muchas carencias.
Pero a lo que no hay derecho es a tener que aguantar toda una serie de inconvenientes provocados; por ejemplo, los 14 años de obras intermitentes e interminables en la Gran Via; los semáforos inexplicables, como el que han puesto delante del cementerio de Montjuïc (muy útil el día 1 de noviembre); una nueva rotonda en la calle C con semáforo incluido (que alguien me explique esta bonita combinación) o cambios en la dirección del tráfico de las calles y los cierres del acceso a Montjuïc, sin aviso previo, durante la celebración de alguna feria.
Cada una de estas mejoras provoca un aumento de 20 minutos de camino y una media de 10 kilómetros más por recorrido.
Que nos dejen tranquilos, que ya tenemos bastante con lo que tenemos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 2 de octubre de 2005